Editorial

Partidos amistosos, de pretemporada, para ver a los equipos, su progreso, ajustar cosas….; todo eso estaría bien si estuviera programado con cabeza, con un arbitro que mantenga a los miembros de cada equipo con las leyes del baloncesto, (imparcial) ¡colegiado!; una mesa de anotadores que fuese imparcial y ayudase al desarrollo del encuentro. Así se evitarían los roces, las injusticias, que el partido se vaya calentando hacia la violencia y los malos modos. Si me dicen que se sacan conclusiones de estas pachangas sin fuste, con intereses ocultos, por ambas partes, es que hemos llegado a la estupidez más profunda por parte de quien los organizan, y da cancha a algunos de los que participan a “que todo vale y que no existen reglas”, como en una pelea callejera cuyos resultados finales es alguien lisiado de mala manera, algunos muy desilusionados, precisamente a estas alturas que lo más importante es ILUSIONAR. Echar un rato entre compañeros para divertirse haciendo lo que se supone que a todos nos gusta: JUGAR A BALONCESTO, eso sería lo único importante, no solo en estas pachangas, si no también en los partidos de temporada.Vamos de mal en peor, y a mí como parte integrante de este circo cada vez me asquean más estas situaciones desafortunadas, estas pachangas de patio de colegio; no es el camino, o nos tomamos estos asuntos con la seriedad que se merecen, ya que hay mucha gente implicada: padres, jugadores (la mayoría aún en una edad de no comprender ciertas asuntos, decisiones tomadas sin dar muchas explicaciones y desaciertos) amigos, novias etc.… o todo se va a la mierda.
Todo esto viene a colación porque últimamente me ha tocado vivir algunos de estos desaciertos y he terminado cabreado y con una gran desilusión y tristeza.